JOVINO BAIZÁN, UNO DE LOS PEDIATRAS MÁS VOCACIONALES, FALLECE A LOS 85 AÑOS

Orgulloso de sus orígenes, Jovino nació en Collanzo, en el concejo de Aller, donde también pasó su infancia y juventud con sus hermanos Santiago y René. Sus padres, Dionisio y Alicia, eran allí una institución hostelera por el bar La Panera, que regentaron hasta su jubilación en los años ochenta del pasado siglo.

Atendió durante tres décadas a miles de niños gijoneses en el Centro de Salud Puerta la Villa y en su consulta privada de la calle Asturias

La medicina gijonesa perdió ayer a los 85 años a Jovino Baizán González, uno de los pediatras más vocacionales, respetados y queridos que han ejercido en la ciudad a caballo entre las décadas finales del pasado siglo y las primeras de este. Su fallecimiento no ha tenido nada que ver con el coronavirus y el desenlace ha venido desencadenado por una enfermedad que arrastraba desde hace tiempo y que le mantenía muy limitado físicamente.

Estudió la carrera de Medicina en Salamanca. La terminó en 1960. Después continuó durante tres años más sus estudios en el Hospital Niño Jesús de Madrid, donde se especializó en Medicina Infantil. Sus primeros destinos profesionales fueron en Pola de Laviana y Sotrondio en una época muy dura en que los médicos estaban de guardia 24 horas y los diagnósticos exactos eran mucho más complicados por la precariedad de medios técnicos y humanos para contrastar opiniones. En aquellos difíciles años pasó en más de una ocasión por el trance de ver como los padres delegaban por completo las decisiones sobre la salud de sus hijos en sus manos.

En 1977, por un concurso de oposición, obtuvo el primer puesto para una plaza de la Seguridad Social del Ambulatorio Puerta la Villa de Gijón. Allí desarrolló el grueso de su vida profesional y se granjeó el cariño de sus compañeros. Paralelamente a este nuevo y definitivo destino, abrió en su domicilio particular de la calle Asturias una consulta privada para seguir atendiendo las necesidades de miles de niños gijoneses. Colgó la bata y el fonendo en 2005, tras 42 años de ejercicio ininterrumpido.

Orgullo de «abuelo médico»

Siempre se sintió orgulloso, decía a sus allegados, de haber podido seguir atendiendo a las nuevas generaciones. A los hijos de aquellos niños de los años setenta y ochenta. Le encantaba presumir de que era «el abuelo médico de muchas familias». Con la jubilación, Jovino Baizán se dedicó a cultivar un poco más algunas de sus muchas aficiones como pasear, leer, escuchar el canto de los pájaros y estar el mayor tiempo posible en compañía de su mujer e hijos. Sin embargo, nunca abandonó totalmente la vocación de su vida: los niños y el cuidado de su salud. Casado con María Teresa Megido, fue padre de cuatro hijos, una mujer y tres varones. Su hija falleció en 2002 y de los chicos solo uno ha seguido sus pasos en la pediatría, el primogénito, también de nombre Jovino, que ejerce actualmente en el Centro de Salud de El Natahoyo. Anteriormente también estuvo destinado en los de El Coto y El Parque. Otro de sus hijos, Ignacio, es el actual gerente del Centro Especial de Empleo Apta.

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