Don Faustino el médico

Autor: Pedro Riesgo Morán (nieto)

Puede parecer que cuando alguien encara una biografía sobre su abuelo se vea forzado a incluir los episodios más favorables para la imagen del biografiado y, a la inversa, oscurecer aquellos que resultan perjudiciales. ¿Qué otra cosa podría hacer siendo su nieto? Lo aseguro: no es este el caso. Faustino Riesgo Ordóñez, Don Faustino, fue durante toda su vida un hombre recto y trabajador. Ni más ni menos.

Don Faustino no era allerano de origen. Vio la luz en Soto de Luiña. En este pueblo transcurre su infancia hasta que se traslada a Madrid con la intención de cursar la carrera de medicina. En Madrid es alumno de Juan Negrín, quien posteriormente llegó a ser Presidente del Gobierno en los últimos días de la II República. Pese a ser buen estudiante, tropieza con este profesor, lo cual le obliga a concluir sus estudios en la Facultad de Medicina de Valladolid, en el año 1929.

Faustino el médico

En el año 1931 recibe su destino: la compañía Electra del Viesgo le asigna el puesto de médico en la central que mantiene abierta en La Paraya. Este hecho fue crucial en la vida de mi abuelo. En el plano profesional porque en Collanzo ejerce la medicina de forma ininterrumpida durante 45 años, hasta 1976, y en el personal porque contrae matrimonio con una joven del pueblo, Maruja. Con ella tendrá cinco hijos, todos ellos nacidos en Collanzo.

Intuyo que estos primeros años debieron ser especialmente duros: un hombre joven, apenas veinticinco años, recién llegado a la comarca y bajo cuya responsabilidad estaba la salud de unas cinco mil personas, censo por aquel entonces del distrito del que se encargó Don Faustino y que se componía de las siguientes poblaciones: Felechosa, El Pino, La Pola, Llanos, La Fuente, Santibáñez, Collanzo, Valdevenero, Valdeberruga, Cuérigo, Llamas, Conforcos, Riomañón, Casomera, La Paraya, Llananzanes y Rioaller. En este vasto territorio se desarrollaron las múltiples anécdotas que gustaba relatar a sus nietos y que le escuché en tantas ocasiones; las visitas a sus pacientes a lomos de caballo o en bicicleta, a falta de otros medios, la escasez de medicinas, la ausencia de vacaciones…

La guerra civil aparta a Don Faustino de Collanzo. Es llamado al frente del País Vasco y allí desarrolla su actividad como médico. A su regreso, continúa ejerciendo su profesión en el concejo de Aller, llevando a cabo una doble labor: la de médico rural y la de médico de HUNOSA. Durante más de treinta años presta una labor valiosa en el concejo, realizando intervenciones de pequeña cirugía, promoviendo campañas de vacunación, combatiendo más de cien cuadros de enfermedades tíficas etc. Recuerdo que gustaba contarnos a sus nietos que en esta época su trabajo más arduo consistía en promover la medicina convencional y desterrar de la mentalidad de la población ciertas creencias curativas arraigadas, como la valía de los paseos a la orilla del río con el fin de curar la ictericia o el empleo del sarro para paliar la pulmonía.

Pero Don Faustino no sólo destacó por ejercer su profesión de forma eficaz, sino que supo integrarse entre los alleranos y participar en la vida de Collanzo. Fue presidente de la comisión de las fiestas del Cristo y a su ayuda desinteresada se debe gran parte de la construcción del templo de Collanzo. Además, gracias al ejercicio de la caza y la pesca, sus deportes preferidos, hizo grandes amigos en el pueblo.

De esta manera, al llegar el momento de su jubilación el pueblo supo agradecerle tanto sus servicios profesionales como su trato humanitario. Efectivamente, en 1975 el pueblo de Collanzo le tributó un sentido homenaje en el parador de Felechosa, mediante un almuerzo al que concurrieron 300 personas y que concluyó con la entrega de una placa de plata, que mi abuelo conservó con orgullo en un lugar preferencial de su piso en Oviedo. Junto a esto, el pueblo de Collanzo solicitó al Ayuntamiento, con el aval de más de cien personas destacadas, el nombramiento de D. Faustino como hijo adoptivo del Concejo de Aller. Finalmente, en 1976 se le concedió el nombre de la plaza del pueblo.

Por todo ello, y en la parte que me toca, sólo me resta agradecer al pueblo de Collanzo su sensibilidad y su capacidad para reconocer los méritos a un hombre trabajador que, en la medida de sus posibilidades, contribuyó al avance y a la prosperidad de Collanzo y de todo el concejo de Aller.

Junio 2004

Pedro Riesgo Morán
Nieto de D. Faustino Riesgo Ordóñez
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