El Calero de Eloy – Valdevenero

Como nietu de Eloy, me gustaría conservar un recuerdo a una pequeña industria que nuestra familia tuvo en las zona de Valdevenero (Entrepeñes) y que durante más de 20 años produjo gran cantidad de cal: EL CALERO DE ELOY FANJUL.

Aproximadamente sobre el año 1930 mi guelu Eloy, natural de Casomera y que bajo a vivir a Collanzo tras casarse con Elena ( mi guela), compra a una persona de Pelugano que en este momento desconozco de nombre, una amplia zona de monte y praos con una franja de zona caliza en la parte superior.

Ya por entonces era conocido el posible aprovechamiento de la caliza, muy abundante en esa zona del concejo allerano,teniendo un gran uso para la construcción tanto como componente para constituir el mortero como para la pintura o desinfección.

Mi guelu Eloy trabajaba por entonces de aguacil en Collanzo y junto a su mujer inicia un negocio de una fonda o pensión en la plaza del pueblo, donde actualmente vive Gelin. Referente a este periodo de aguacil conviene mencionar que estaba acompañado en el
juzgado por otras personas muy singulares: como juez estaba Antón de la carretera de Felechosa, mas Severiano Muñiz (de la Pola, padre de Severiano el de Milagros) como secretario y Antonio Hevia de Collanzo. Estos cuatro hombres eran muy proclives a la bebida, dicho de modo cariñoso y sus correrías eran bastantes celebres. El juzgado se encontraba frente a Casa la Sidra, donde se encuentra actualmente un edificio moderno.

Mi guelu que siempre tuvo mucha iniciativa, comienza a explotar la piedra de las rocas calizas que están sobre el prau. Al objeto de iniciar esta producción se precisa construir una estructura básica para hacer
el horno (donde quemar las piedra de caliza) junto los almacenes de materiales y así realiza una sencilla construcción de piedra que se conservó bastantes años y que el tiempo ha logrado derribar y únicamente se conservan restos de piedras.

Como ayudante o peón contrata a Valentín el de Josefa (hermano de Alfredo Pozo) y como pinches tenían a mi tío Pepe, a mi madre Elena y mi tía Candela.(Conviene mencionar que mi guela ya había asignado a las otras dos hijas, otras funciones familiares : Marina, como era la mayor, permanece en casa ayudando a mi guela en la pensión y la otra hija, Tina,se
encargaba de coser, tarea que le quedo para toda la vida, ya que todos recordamos a Tina cosiendo a todas las horas).

En el Calero entre mi guelu Eloy, mi tiu Pepe y Valentín como peón comienzan por arrancar la piedra de las duras rocas que estaban sobre los praos, bajándola como se podía, lo cual no tenía mucha dificultad dada la gran inclinación del terreno, llevando las piedras hasta la zona baja del prau, y allí con carretillos se accedía a una tolva la cual daba acceso al fornu, construido muy cerca de la carretera.

Una vez allí entre mi madre y mi tía Candela, comenzaban a desmenuzar con mazas las piedras en pequeñas porciones aproximadamente del tamaño de un puño, previamente a la operación de cargar el fornu.

Al mismo tiempo se encendía e fornu, el cual tenía unas medidas de unos 3 metros de altura por unos 2 metros de ancho. Cuando comenzaba a coger calor se iba llenando de capas sucesivas de piedra de caliza con capas de cok.

Conviene mencionar que este cok venia en el tren desde Mieres a Collanzo y desde allí Pepe lo bajaba en carros tirados por una mula ( anecdóticamente deciros que esta mula era ciega y que trabajo muchos años en el Calero.)

El horno solía estar durante 4 ó 5 días encendido y poco a poco el cok se iba quemando dando lugar a que la piedra caliza se fuera disolviendo, hasta quedar en polvo.

Una vez alcanzado ese momento, Elena y Candela tenían que retirar la cal del fornu e ir llenando sacos, cestones o lo que procediera de ese polvo, la cal.

Por supuesto que esa cal provocaba muchas molestias, especialmente en los pulmones, teniendo que trabajar en unas condiciones muy difíciles y poco saludables, pero por entonces ni había preocupación por ese tema ni tampoco se pensaba en los perjuicios posteriores. Lo más importante era producir la mayor cantidad, el resto poco importaba.

Una vez que se había vaciado el fornu se iniciaba la tarea de prender otra fornada y de modo simultáneo se comenzaba la tarea de, repartir o vender la cal por los pueblos del concejo.

De este modo Elena, Candela y Pepe se desplazaban desde ese lugar a todos los pueblos del concejo: Casomera, Conforcos, Rioaller, la Fuente, Felechosa, Pelugano, Bello, Cabañaquinta…. y llegando hasta cerca de Mieres.

Por supuesto la tarea implicaba descargar esa cal en cestones o sacos y acercarlo a cada casa. Cuanto esfuerzo, para aquellas nenas!

Por aquel entonces la cal era muy valorada tanto como material de pintura, desinfectante y otras utilidades menores.

En la década de los años 50, mi guelu comienza a tener serios problemas de salud, al tiempo que Pepe comienza trabajar en la mina La Carinsa, con lo que esa pequeña empresa se va paralizando lentamente al tiempo que la industria comienza a hacer llegar productos más fácilmente.

Hoy día, 50 años más tarde, casi no se perciben los restos de aquella empresa llamada El Calero de Eloy y de hecho os adjunto algunas fotos de la finca y zona del Calero.

Sirvan estas palabras para tener un recuerdo a mi madre Lena, así como a mi tiu Pepe, y mi querida tia Candela por todo lo que pasaron en esa época de la infancia y juventud, con todo el sacrificio, trabajo, hambre y penurias de esos años tan duros. Y en ese recuerdo incluyo a mi tías queridas y bien recordadas Marina y Tina.¡Que gran unión tenían entre
ellos!.

En esta fase de recuerdos del Calero me lleva a retroceder a aquel sueño, ilusión elucubración que mi primu Pepín el de Tina tenia por recuperar ese “Calero”: dudo si lo decía en serio o en broma, pero era muy frecuente oírle elucubrar con él, sobre todo cuando nos juntábamos todos los primos, un montón, y aquello más que hablar del pequeño Calero daba la impresión de hablarse de unas grandes canteras industriales.

Santos- Titi

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