Discurso de Jovino Baizán:

Amigos y amigas, tanto presentes como ausentes; quiero daros las gracias por esta invitación que recodaré siempre y me llena de satisfacción.

He de manifestar, y que mejor que en esta escuela (donde tuve un gran maestro, D. Antonio de Llamas) mi agradecimiento por la pruebas de cariño que recibí de vosotros en unos días que para mí y mi familia fueron terriblemente tristes.

No quiero olvidarme de mi mujer, que con gran tesón y entereza, ha estado luchando contra la enfermedad de nuestra hija, dándole el cariño y los cuidados que ella necesitaba, y que hacía que los demás llevásemos una vida aparentemente normal.

Una vez pasado este trago, comentaré brevemente el motivo de mi presencia en este acto, que han organizado mis vecinos y amigos con  motivo de mi jubilación.

Como sabéis yo nací en una Panera, de ahí el nombre del bar de mis padres, y nunca olvidaré mis orígenes y el pueblo donde me crié, teniéndolo siempre en mi memoria.

En Collanzo pasé mi infancia y juventud, que posiblemente sean una de las etapas más felices de mi vida. Siendo niño, nos divertíamos con los juegos de aquella época (peonza, chapas, justicia y ladrón, pío-campo y otros) y también íbamos a coger castañas en el donde de Alende, que siempre veía al despertarme desde mi cama, siendo otros de los lugares que años más tarde recorrí con gran satisfacción. Ya de joven con los amigos no dejábamos de acudir a todas las romerías de la zona.

Para hablar de mi vida profesional, que casi todos conocéis, estudié la carrera de medicina en Salamanca, terminándola en 1960, y luego durante 3 continué mis estudios en el Hospital Niño Jesús de Madrid donde me especialicé en Medicina Infantil. Empecé a trabajar como médico de niños en 1963, en Pola de Laviana, y años más tarde en Sotrondio. He de deciros que en aquella época los médicos estábamos de guardia 24 horas, y aunque me dieron grandes momentos de satisfacción, también tuve momentos difíciles y duros, por la dificultad que tenía para dar un diagnóstico exacto, ya que en aquella época no había, como sucede ahora, los medios técnicos y humanos para contrastar opiniones; delegando por completo los padres las decisiones sobre la salud de sus hijos en mis manos. En el año 1977, por un concurso de oposición, obtuve el primer puesto para una plaza de la Seguridad Social del Ambulatorio Puerta la Villa de Gijón.

Paralelamente a este nuevo y definitivo destino, abrí en mi domicilio una consulta para atender las necesidades de los niños de Gijón.

Hoy puedo decir, que, pasado el tiempo, me enorgullece el poder seguir atendiendo a las nuevas generaciones: los hijos de aquellos niños de los años 70-80. En una palabra, soy el abuelo médico de muchas familias.

Pero la realidad de los años, que van pasando muy deprisa, y después de 42 de ejercicio profesional, he reducido el tiempo dedicado a mi consulta, para poder disfrutar de mis aficiones: pasear, leer, escuchar música, oir el canto de los pájaros, y estar el mayor tiempo posible en compañía de mi mujer e hijos, pero sin abandonar totalmente la vocación de mi vida (LOS NIÑOS).

Para terminar, quiero tener un profundo recuerdo a la memoria de mis padres (Dionisio y Alicia) que con grandes esfuerzos y sacrificios me ayudaron y apoyaron para ser lo que soy; educándonos a mis hermanos, Santiago y René, en unos valores humanos que hemos intentado transmitir a nuestros hijos.

Muchas gracias por todo y un fuerte abrazo de todo corazón, de un vecino de Collanzo que vive en Gijón.